Aprende de vino

La uva de la variedad tempranillo es la más cultivada en la región de la Rioja, pero no es el único lugar de España donde la encontrarás. Son 28 las denominaciones de origen que tienen permiso para su cultivo. Internacionalmente, otros países como Argentina, Chile, México, California, Australia o Portugal también la cultivan, en mucha menor cantidad.

¿Sabes por qué se llama vino tempranillo? Lo que debes saber es que el tempranillo no es un tipo de vino, solo hace referencia a la variedad de uva con la que se elabora. Su nombre parece estar relacionado con su ciclo de maduración corto.

En general, es una variedad de uva que ofrece vinos muy equilibrados, tanto en acidez, como en alcohol o en taninos. Además, se adapta muy bien a largas crianzas en barrica. El vino tempranillo joven es fresco y afrutado, con toques a fresas y frutos rojos, pero cuando envejece surgen notas a clavo, madera, cuero y tabaco. En algunos casos también se pueden llegar a percibir matices a cacao, coco o café.

Como es un vino fácil de beber, pues tiene bajos niveles de azúcar y de alcohol, marida muy bien con cualquier tipo de carnes, especialmente las rojas; con pescados grasos, como el salmón o la trucha; con guisos o con una tabla de embutidos y quesos curados.

Recuerda que la mejor forma de disfrutar de tu vino es cuidando todos los detalles de servicio. No solo es importante su acompañamiento, también debes prestar atención a su temperatura. Para vinos de esta variedad de uva te recomendamos que los sirvas entre los 16 y 18 ºC. Además, un vino tinto tempranillo reserva o gran reserva puede ganar en aromas y sabor si lo decantas. ¡Aquí te contamos cómo hacerlo!

Una gran parte de nuestros vinos están elaborados con uvas de la variedad tempranillo. Seguramente ya conoces El Coto Crianza, uno de los más vendidos en España, pero quizás hay nuevas referencias que te podamos descubrir hoy para que disfrutes de un buen vino tempranillo.

Nuestros vinos más premiados, Coto de Imaz Reserva y Coto de Imaz Gran Reserva también se producen con uva tempranillo. Gracias a una materia prima sinigual y a una producción tradicional y cuidada, logramos obtener estos grandes vinos, aromáticos, equilibrados y maduros.  Y qué decir de nuestro 875 M Tempranillo de Altura, un tinto crianza producido en el viñedo de más altura de la D.O.Ca Rioja, fresco e intenso a la vez, con notas a cacao y café.

Para explicarlo de una forma sencilla podemos decir que los taninos son compuestos presentes naturalmente en la piel, semillas y tallos de la uva. También es posible que hayas escuchado hablar de los polifenoles del vino. Pues bien, los taninos son científicamente conocidos como polifenoles hidrosolubles. Unos compuestos que están presentes en muchos otros alimentos como el té, el café o el chocolate.

En el caso del vino tinto, la piel y las semillas al estar en contacto con el mosto, adquiere estas sustancias que provocarán la astringencia y sequedad que puedes notar en boca en algunos vinos. De hecho, en las descripciones de ciertos vinos puedes encontrarte con que un vino es denominado como tánico, si es muy rico en taninos.

Debes saber que los vinos con crianza también adquieren taninos a través del contacto con las barricas de madera.

Los taninos actúan como antioxidantes naturales que ayudan a proteger el vino y también le aportan color, estructura y un sabor seco y algo amargo. Además, como sabrás, los polifenoles son muy valorados en el área de la nutrición y la salud porque tienen propiedades antinflamatorias, astringentes y antisépticas.

Diferentes estudios han afirmado que la uva negra es muy rica en ácidos fenólicos, flavonoides y resveratrol. Esta última es una de las sustancias más relevantes porque ayuda a disminuir la presión arterial y a cuidar nuestro sistema cardiovascular.

Otras investigaciones también apuntan a que el resveratrol es importante en la lucha contra el envejecimiento celular, por lo que puede ser un activo para tener en cuenta en enfermedades degenerativas como el Alzheimer. No obstante, el vino es una bebida alcohólica que siempre debemos tomar con moderación.

Como hemos comentado antes, los taninos del vino tinto se adquieren porque durante la fermentación alcohólica del mosto también se han usado las pepitas, los hollejos y la piel de la uva. Sin embargo, en los vinos blancos se eliminan estas partes de la uva ya en el prensado del mosto. Por ello, los vinos blancos tienen menos taninos, siendo mayores en aquellos que se han criado en barrica.

Por otro lado, hay que tener en cuenta que algunas variedades de uva tienen más taninos que otras. Así, la variedad tempranillo (como nuestro 875 m Tempranillo), merlot, cabernet sauvignon o mencía tienen bastante presencia de taninos. Por el contrario, la garnacha o el pinot noir tiene muchos menos.

Tenemos la suerte de que los vinos españoles suelen ser más ricos en taninos porque el clima soleado ayuda a su proliferación y porque los procesos de vinificación son bastante tradicionales y consiguen mantener las propiedades naturales de la uva.

Aunque la evidencia histórica nos habla de la existencia del vino ya en el neolítico, no es hasta el siglo VIII a. C. cuando hay información sobre el proceso de elaboración del vino. En esta época ya se hablaba del cuidado de la vid, la recogida y prensado de las uvas. Con el paso del tiempo, la vinificación se ha ido haciendo más compleja y sofisticada y, aunque, el proceso sigue unos pasos esenciales, cada bodega tiene su toque personal, aportando características diferentes a sus vinos.

En España la vendimia se suele llevar a cabo entre los meses de septiembre y octubre, cada vez más adelantada por el cambio climático y la sequía. En El Coto de Rioja a finales de agosto ya comenzamos con la recogida de las variedades blancas y la primera semana de septiembre con las tintas. Suele durar varias semanas, ya que contamos con más de 800 hectáreas de viñedo propio. 

Antes de la vendimia

La preparación de la vendimia comienza con el muestreo. Es decir,  los enólogos recogen algunas uvas para saber si tienen el grado óptimo de maduración, de azúcares y de sabor para su recogida. También se comprueba si las pepitas están bien tostadas y que el color del mosto es el adecuado. Para hacer la recogida, las uvas deben estar secas. También es mejor no vendimiar en horas de mucho calor para que no fermenten.

Una vez comienza la recogida de las uvas, los recolectores van cortando manualmente los racimos de las parras con tijeras especiales. Luego van llenando los capazos hasta que se vierten en un tractor para transportar la recolecta a la bodega. Entre la vendimia y la llegada al lugar de tratamiento no debe pasar mucho tiempo. Así evitaremos la fermentación y que se pudran.

Cuando las uvas llegan a la bodega, la primera parte del proceso es el despalillado, que consiste en limpiar las uvas de los restos de hojas y tallo. Así, se elimina la acidez y los toques herbáceos del raspón. A continuación, pasamos al estrujado, para sacar la pulpa de la uva.

Después, el mosto, con las pieles y pepitas, pasan por el prensado. Este paso es necesario para extraer todo el jugo que queda y conseguir las levaduras que producirán la fermentación alcohólica.

La fermentación alcohólica se origina cuando el azúcar del mosto se transforma en alcohol. Para que esto ocurra, el mosto se introduce en depósitos de acero inoxidable y se deja reposar el líquido unas tres semanas a una temperatura controlada.

Dependiendo del tipo de vino que estamos elaborando, el proceso puede variar en algunos detalles. Por ejemplo, en los vinos blancos la fermentación se produce extrayendo las pieles y pepitas. En los vinos tintos se dejan para que aporten su color característico.

Con la fermentación hemos conseguido transformar el mosto de uva en vino. Pero el proceso no termina aquí. Ahora aquellos vinos que están destinados a ser crianzas, reservas y grandes reservas, comienzan su paso por barrica. Cada uno de ellos requiere de diferentes tiempos de crianza.

Los vinos jóvenes no necesitan crianza en madera. Los crianzas deben pasar un máximo 3 años en barrica. Por su parte, los reservas tendrán que estar entre 24 y 36 meses, y los grandes reservas, como Coto de Imaz Gran Reserva,  más de 48 meses. Durante su crianza en barrica el vino también adquiere nuevos aromas y sabores.

Envejecimiento en botella

Finalmente, los grandes vinos culminan su elaboración con el envejecimiento en botella. Durante los meses que permanecen en el botellero, con temperatura e intensidad de luz controlada, todos los sabores y aromas de la madera se ensamblan y redondean. Así aportamos al vino un paladar suave y armónico.

En El Coto de Rioja hemos buscado siempre la excelencia en cada parte del proceso de elaboración de nuestros vinos. Para ello, no solo hemos conseguido ser la bodega con más viñedos propios (todos en las subzonas de la Denominación de Origen Calificada Rioja).

También apostamos constantemente por la innovación y las últimas tecnologías. De esta forma, podemos garantizar cada año un producto excepcional.

Y es que no tenemos solo una bodega, de hecho, tenemos doce, cada una especializada en una parte del proceso. ¿Quieres conocer más sobre nuestros espacios? Aquí te los mostramos.

¿Sabías que El Coto de Rioja fue pionero en la implantación de las nuevas variedades blancas autorizadas por el Consejo Regulador en 2006 (verdejo, chardonnay y sauvignon blanc)? Quizás nos conozcas más por nuestros vinos tintos, pero tenemos la más amplia gama de vinos blancos de España.

De forma simplificada, podemos decir que la fermentación alcohólica es la parte de la elaboración del vino que convierte el azúcar natural de las uvas en alcohol etílico. En todos los casos nuestro proceso de fermentación comienza con el despalillado de la uva (tanto tintas como blancas), para limpiarlas de hojas, raspón y tallo.

Posteriormente se prensan, en el caso de la uva blanca, y se somete de inmediato a un proceso de filtrado en el cual se separa el mosto de pieles y pepitas, para evitar posibles modificaciones en el color final del vino. Luego, la fermentación alcohólica se produce cuando el azúcar del mosto se transforma en alcohol, dentro de depósitos de acero inoxidable a temperatura controlada (14º-16ºC).

En los vinos tintos, el proceso es similar, pero en este caso se mantienen las pieles de la uva dentro del depósito de acero durante la fermentación, para extraer toda la materia colorante que tiene, y que le aporta el color característico de estos vinos.

Los grandes desconocidos son los vinos rosados, que son un paso intermedio entre un vino blanco y un tinto, es decir, los elaboramos desde uva 100 % tinta, pero durante la fermentación solo se mantienen las pieles en contacto con el mosto el tiempo necesario para conseguir ese color “rosa”.

Este proceso de transformación de azúcar en alcohol etílico, lo llevan a cabo las levaduras, bien naturales, aquellas que se encuentran en la propia uva o seleccionadas. Estas convierten los azúcares naturales de la uva en etanol y dióxido de carbono. En este caso, la fermentación no solo genera el alcohol, también aporta nuevos aromas y sabores al vino.

Por su parte, las levaduras seleccionadas son componentes añadidos por los enólogos, creadas en el laboratorio y existen diferentes tipos.

El azúcar es otro de los componentes esenciales en esta parte del proceso de elaboración del vino. Cuanto más azúcar, más alcohol producirá la levadura. Sin embargo, si hay un exceso de azúcar también es perjudicial, porque a la levadura le cuesta más convertirlo en etanol, llegando tener paradas de fermentación, consigo afectando a los aromas y sabores del vino.

La temperatura de fermentación es otro de los factores que hay que controlar mucho. Dependiendo de estas temperaturas conseguiremos unos matices u otros. Normalmente los tintos se suelen fermentar a temperaturas más altas que los blancos.

La mayoría de los vinos, bien sean blancos, rosados o tintos ​​se fermentan en grandes depósitos de acero inoxidable, donde se consiguen las mejores condiciones de higiene y control de temperatura. Aunque cada vez podemos encontrar vinos blancos y tintos cuya fermentación se ha hecho en barrica de roble. Estas barricas les aporta untuosidad y una gama de aromas y sabores propios de la madera.

Muchos vinos pasan por más de una fermentación. Mientras que la primaria crea alcohol y otros compuestos que mejoran el sabor, se necesita una secundaria para ciertos vinos.

Fermentación alcohólica

Como hemos comentado antes, en la fermentación alcohólica las levaduras de la uva transforman los azúcares en alcohol de forma natural. Las levaduras son microorganismos que descomponen toda la materia orgánica.

Fermentación maloláctica

Es el proceso por el cual el ácido málico (presente naturalmente en las uvas) se convierte en ácido láctico. En el caso de los vinos tintos, suele realizarse después de la fermentación alcohólica. Ese ácido málico es en gran parte el responsable de la acidez y el frescor de algunos vinos, como por ejemplo en los vinos blancos.

Fermentación en botella

En el caso de los vinos espumosos, el vino pasa por otra fermentación después del embotellado. Los enólogos agregan una mezcla de azúcar y levadura directamente al vino, lo que genera dióxido de carbono y provoca las burbujas típicas de esta bebida.

Maceración  Carbónica

También llamada fermentación de uva entera significa que se fermentan los racimos enteros. Es un proceso de elaboración típico de los vinos de La Rioja, para la elaboración de vinos jóvenes.

Fermentación uva despalillada

En este caso se elimina el raspón antes de la fermentación. Este proceso suele usarse para evitar posibles defectos en el vino, como el sabor herbáceo.

El proceso de elaboración de los vinos semidulces es muy similar al de cualquier otro vino blanco. Sin embargo, la diferencia principal está en el proceso de fermentación. En el caso del vino blanco tradicional la fermentación continúa hasta agotar los azúcares. Sin embargo, cuando se trata de un blanco semidulce la fermentación se detiene con el objetivo de conservar cierta cantidad de azúcar. Para elaborar este tipo de vinos sirve cualquier variedad de uva blanca.

Nuestro vino El Coto Semidulce, por ejemplo, está elaborado a partir de uvas de la variedad chardonnay. Estas uvas se prensan a baja temperatura y son protegidas del oxígeno del aire mediante el empleo de nieve carbónica. Los mostos se fermentan por separado a una temperatura controlada que no supera los 16ºC.

Una vez que se obtiene el equilibrio entre aromas y azúcares, se bloquea la fermentación alcohólica. De ahí que se perciba un dulzor y una frescura especial cuando se cata este vino. Cabe mencionar que ese sabor dulce en ningún caso proviene de azúcares añadidos.

Ten presente que lo que buscamos a la hora de maridar una comida con cualquier clase de vino es potenciar el sabor de ambos, y no camuflar uno de los dos.

En el caso de los vinos semidulces, la cantidad de azúcar residual que tienen afectará notablemente a la elección del plato que maridamos con ellos. Nuestra recomendación es que marides este tipo de vino con frutos secos, aceitunas o cualquier tipo de encurtido. Un vino suave como este genera un contraste muy agradable con el sabor ácido y salado de este tipo de snacks. Por ejemplo, El Coto Semidulce puedes acompañarlo perfectamente con entrantes y aperitivos, así como con tablas de quesos, frutas o postres.

Un vino blanco ligeramente dulce va también muy bien con quesos frescos y ligeros como el queso de Burgos, la ricota, la mozzarella o el queso feta. Y en cuanto a los postres, aquellos a base de queso, huevo o frutas maridan perfectamente con este tipo de vinos. Al igual que los helados de frutas.

¿Sabías que la tendencia ahora es maridar el sushi con vinos espumosos o semidulces? Ayudan a limpiar el sabor que deja el pescado en la boca y a que disfrutes el siguiente bocado más aún. Especialmente recomendados para acompañar a este manjar son los vinos blancos de uva chardonnay.

Se acercan los meses más calurosos del año y el vino blanco entra en escena para robarse parte del protagonismo de nuestros aperitivos, comidas y cenas. Y es que son ideales y muy apetecibles para degustar en estas fechas. Para que un vino blanco sea considerado verdejo, debe estar elaborado únicamente con esta variedad de uvas o bien con al menos un 85% de ellas.

Estos vinos destacan por ser suaves, afrutados y frescos. El color propio del vino blanco verdejo se caracteriza por ser amarillo pajizo con reflejos verdes, limpio y a la vez brillante. En boca se pueden percibir matices a hierbas y un ligero toque amargo.

La variedad de uva verdejo es el resultado del cruce entre la uva castellana blanca y la traminer, una variedad proveniente de Italia. Entre sus principales características destacan las siguientes:

Sus racimos, comparados con otras variedades, son más pequeños, y adquieren un color amarillo verdoso cuando maduran. La transparencia de su piel permite ver a contraluz las semillas propias de la uva.

El cultivo de esta variedad es uno de los más importantes en España. La uva puede crecer en climas secos e incluso en tierras que no sobresalen por ser fértiles. Si bien esta variedad de uva es autóctona de la Denominación de Origen Rueda,  también se cultiva en las zonas propias de la D.O.Ca Rioja.

En la actualidad, la uva verdejo, además de utilizarse para elaborar vinos jóvenes, se está empleando en la elaboración de vinos crianza, ya que la estructura de la uva permite la fermentación y la crianza en barricas.

Para disfrutar de este verano, ya sea con tu familia o amigos, te recomendamos tener a mano El Coto Verdejo. Es considerado el primer vino blanco monovarietal de verdejo en la Denominación de Origen Calificada Rioja. Es decir, que está elaborado exclusivamente con uvas de la variedad verdejo.

Minutos antes de la vendimia, la uva se despalilla, se macera en frío y se prensa suavemente en la bodega. De esta forma se evita el contacto con el oxígeno durante el proceso de prefermentación. Una vez que inicia la fermentación, esta se desarrolla a una temperatura de 16 grados centígrados. Así, se extrae todo el potencial aromático de la variedad.

El viñedo está ubicado en Finca Carbonera, uno de los de mayor altura de la D.O.Ca. Rioja. Si eres amante del marisco o del pescado, El Coto Verdejo es perfecto como maridaje. Lo ideal es que se sirva a una temperatura de entre 7 y 8 grados centígrados.

Antes de que el vino llegue a tu paladar tiene que pasar un largo proceso. Y es cierto que en otros artículos te hemos contando sobre esto, como cuando te hablamos sobre las etapas del viñedo, un proceso importantísimo, porque es donde todo comienza. Sin embargo, quedarnos solo con esta información no es suficiente para entender cuáles son los tipos de vinos y sus características.

A continuación, vamos a ver diferentes clasificaciones de vinos según tres parámetros de análisis distintos: por el color, por su contenido en azúcar, por su edad o envejecimiento y según haya sido su elaboración.

• Vinos tintos

Es el tipo de vino que más consumen las personas en el mundo. Su color se obtiene como resultado de la incorporación de uvas tintas durante el proceso de elaboración, en donde el contacto con las pieles y semillas de la uva toma un papel fundamental para lograr ese tono oscuro que lo caracteriza.

Por ejemplo, nuestro Coto Real Reserva está elaborado a partir de uvas tintas de la variedad tempranillo, un tipo de uva muy utilizada en España y que ha logrado colocarse en el primer puesto de las variedades tintas más plantadas en el país.

• Vinos blancos

El ingrediente que distingue estos vinos es el mosto de las uvas (zumo de uva que puede contener piel y semillas), ya sean blancas o tintas. En caso de utilizar estas últimas existe una condición: que no tengan pulpa coloreada y no se sometan a maceración con sus hollejos (pieles de la uva). El mosto sin las pieles de la uva, es el que logra darle al vino ese tono amarillo transparente.

• Vinos rosados

Obtener ese color rosa característico no es sencillo, el proceso puede tardar varias horas y se logra gracias al mosto de ciertas uvas que son cuidadosamente seleccionadas. Ese mosto se deja macerar durante un periodo de tiempo. El color del vino puede variar entre púrpura o un rosa pálido.

• Vinos secos y semisecos

Los vinos secos tienen menos de 4 gramos de azúcar por litro y los semisecos no superan los 18 gramos. Estos vinos se consideran como tal debido a que el azúcar propio de la uva se convierte en alcohol durante el proceso de fermentación. Sin embargo, para elaborarlos se utiliza una variedad de uvas con niveles muy bajos de dulzor.

• Vinos semidulces y dulces

Los vinos semidulces tienen hasta 45 gramos de azúcar por litro y en el caso de los vinos dulces, estos superan los 50 gramos. Esta clase de vinos tienen un aroma muy particular y aunque se consideren vinos con un contenido de azúcar mayor, en boca no se percibe un sabor dulce como tal, sino más bien menos agrio y ácido que en el caso de los vinos secos.

Están elaborados a partir de un mosto cuyo contenido de azúcar es alto. Por ejemplo, El Coto Semidulce es un vino blanco de la variedad chardonnay, con aromas a piña y cítricos, propios de esta uva. Funciona muy bien con entrantes y aperitivos, y para acompañar también con quesos y frutas.

Si vamos a clasificar un vino, uno de los aspectos principales que debemos tomar en cuenta para hacerlo es saber la edad. Esta particularidad se determina de acuerdo con las añadas, es decir, su año de cosecha y con el tiempo de su envejecimiento en barrica o botella. Estos tiempos varían según la denominación de origen bajo la que se acoge cada bodega.

• Joven

Estos vinos conservan la esencia de la uva que utilizaron para elaborarlos y se conocen popularmente como vinos del año, debido a la temporalidad de su cosecha. Una de las características que diferencia a estos vinos del resto, es que no pasan por barrica y son embotellados una vez haya finalizado el proceso de fermentación.

• Crianza

Son aquellos que se han mantenido en proceso de maduración por al menos 24 meses y de los cuales 6 de ellos han sido en barrica de madera.

En el caso de los vinos tintos de la D.O.Ca Rioja deben atravesar un proceso de maduración de 3 años y mínimo uno de ellos en barrica. Para los vinos blancos el período mínimo que establece la D.O.Ca de envejecimiento en barrica es de 6 meses.

• Reserva

Para obtener un vino reserva será necesario que pasen máximo 3 años. Durante este tiempo es esencial que el vino se almacene en barrica de roble por un periodo de 12 meses y 6 meses en botella.

Para la D.O.Ca Rioja los vinos reserva deben tener una crianza de al menos 3 años, de los cuales uno de ellos debe de ser en barrica de roble complementada y seguida de un envejecimiento en botella de al menos 6 meses.

Para los vinos blancos establece que el periodo de crianza debe de ser de 2 años, de los cuales 6 meses serán como mínimo en barrica. Un vino de este tipo se distingue por su aspecto, debido a que pierden por completo ese color característico que se puede ver en un vino joven.

• Gran Reserva

Tienen un envejecimiento de 5 años como mínimo. Durante este periodo deben pasar al menos 2 años en barrica de roble y otros 2 en botella. En vinos blancos el periodo de crianza sería de 4 años, de los cuales como mínimo 6 meses deben ser en botella. Un vino tinto gran reserva se puede identificar como tal por su tono anaranjado y en el caso de los vinos blancos por su color dorado oscuro.

Por último, os dejamos otra categoría que también hace que podamos distinguir los vinos según su proceso de elaboración, ya que aporta a los vinos matices, aromas y sabores diferentes.

Con uva sin despalillar:

• Por maceración carbónica.  Este proceso es bastante tradicional y muy habitual desde antaño en la Rioja. Se caracteriza porque se introducen los racimos enteros en las cubas generándose una mayor cantidad de carbónico por la parte vegetal del racimo. Así se obtienen unos vinos muy característicos de este tipo de elaboración.

Con uva despalillada (con el grano de uva limpio):

• Vendimia tardía. Las uvas son recogidas más tarde de lo habitual para conseguir vinos más dulces. De esta forma la uva se va deshidratando y concentra más azúcar.
• Vendimia seleccionada. Como su propio nombre indica, aquí lo que se trata es de seleccionar las uvas de forma exhaustiva para conseguir vinos de mayor calidad.
• Espumosos. Son vinos que concentran más gas carbónico de forma natural porque su periodo de fermentación es mucho mayor que en un vino normal.

Los procesos de crianza se llevan a cabo de dos maneras distintas: en barrica de roble y en botella. En el caso del vino tinto, la D.O.Ca Rioja establece que deben ser vinos que envejecen tres años y que al menos uno de ellos haya sido en barrica.

Algo distinto ocurre con los vinos blancos y rosados, ya que, a diferencia de los vinos tintos, el periodo de envejecimiento será menor. Para que estos vinos se consideren como crianza pasarán un total de 18 meses en bodega y seis de ellos en barricas de madera. Estos vinos podrán comercializarse a partir del segundo año.

En el caso de los vinos crianza de El Coto de Rioja aportamos un toque diferenciador, ya que los dejamos 6 meses de envejecimiento en botella para hacer vinos más amables y redondos. Por supuesto, no es un requisito de la Denominación y no todas las bodegas lo hacen. Sin embargo, nosotros hemos comprobado que así conseguimos vinos mucho más fáciles de tomar y que gustan a paladares muy diversos y amplios.

 El Coto Crianza es un ejemplo de ello. Es un vino versátil, de la variedad Tempranillo. En boca es sedoso y persistente, mezclando sabores de vainilla con los aromas más emblemáticos del roble tostado. Es ideal para maridar con pescados, quesos y productos ibéricos.

Si pensaste que el tiempo de maduración y envejecimiento de los vinos crianza era bastante, pues no es nada comparado con el proceso por el que debe pasar un vino reserva.

Para que un vino sea considerado reserva debe tener una crianza mínima, entre barrica de roble y botella, de tres años, de los cuales uno al menos debe ser en barrica, seguida y complementada con un envejecimiento mínimo en botella de 6 meses. En vinos blancos reserva el período de crianza es de 2 años, de los cuales como mínimo 6 meses serán en barrica.

Por ejemplo, nuestro Coto de Imaz Reserva Blanco pasa 12 meses en barrica de roble francés, uno de los tipos de barrica más utilizados hasta ahora. Respeta los aromas frutales y florales de la variedad Chardonnay, lo que lo convierte en un excelente acompañante de platos a base de carnes rojas y de ternera.

Este proceso se realiza con el objetivo de obtener y mejorar las cualidades del vino. La barrica tendrá una tarea primordial: aportar nuevos sabores y distintos aromas. Una vez finalizada la fermentación, el vino se almacena en las barricas, lugar en el que sufrirá cambios químicos y de composición, que como mencionamos, le aportarán aromas y sabores específicos al vino. En D.O.Ca. Rioja, se utilizan en su gran mayoría barricas con una capacidad de 225 litros.

Pero no hablamos de cualquier barrica. Estos contenedores deben elaborarse con madera de roble porque es la única madera que respeta todos los matices del vino. Cuanto más nueva sea la barrica, mayor será el aporte que puede dar. Por ese motivo en El Coto de Rioja las barricas no superan los 6 años de vida útil.  

Esta pregunta es habitual entre los consumidores. Los vinos reserva, por lo general, son considerados de mayor calidad que los vinos crianza, precisamente, porque su tiempo de envejecimiento es mayor y por las propias características de la uva con la que se ha elaborado. Sin embargo, no hay una máxima universal que paute qué es mejor el crianza o el reserva. Este hecho no solo depende del propio vino, sino también de otros factores, aunque lo más importante son los gustos personales de cada paladar.

Un vino crianza, aunque ha contado con un periodo de envejecimiento mucho menor, no significa que sea de menor calidad. En general, en los vinos crianza podemos encontrar mayor frescura que en los reservas. Generalizando mucho, también un abanico de sabores más propios de la uva y su tierra que del tiempo de reposo en barrica como ocurre en los reserva.

Para que un vino se considere ecológico debe cumplir una serie de requisitos que abarcan tanto, el abono con el que se trata la tierra, los sulfitos, como la materia prima que se usa para elaborarlos.

Características principales del vino ecológico:

• Abonos naturales: pueden ser de origen vegetal, como orujos o sarmientos triturados, o de origen animal, como el estiércol.
• Técnica de clarificación. Esta técnica consiste en agregar al vino una sustancia que arrastra hasta el fondo todos aquellos elementos que se han quedado en suspensión durante el proceso de elaboración. Estos clarificantes deben estar certificados como ecológicos y cumplir la normativa.
• Las etiquetas. Dentro del marco de la agricultura ecológica deben tener un certificado de las entidades correspondientes.
• Los sulfitos. A la hora de añadir los sulfitos en el vino ecológico será necesario seguir un control estricto. Así, hay un nivel máximo de sulfitos permitidos para los vinos ecológicos, que es 100 mg/litro para los tintos y 150 mg/litro para los blancos.

Algunos vinos convencionales se elaboran bajo prácticas respetuosas con el medio ambiente. Sin embargo, lo que marca la diferencia con respecto al vino ecológico, es que en este último esas prácticas se llevan a cabo durante toda la cadena productiva y no solo en el momento del cultivo de la uva, utilizando solo productos permitidos muy limitados.

Para distinguir estos vinos del resto, tienes que buscar la certificación que viene en la etiqueta. De esta forma te aseguras de estar frente a un producto que cumple con la normativa de productos ecológicos.

Por otro lado, como te comentábamos antes, hay una diferencia entre los sulfitos que se le pueden añadir a un vino ecológico y a uno normal. La restricción para un vino ecológico está en los 150 mg/litro, mientras que un vino normal el máximo puede llegar a los 200 mg/litro.

Este vino no solo está elaborado con uvas que son el resultado de un cultivo basado en estrictos parámetros ecológicos, sino que también todos los materiales que se utilizan para confeccionar las botellas y las etiquetas se han seleccionado con criterios de sostenibilidad.

Notas de cata de El Coto Ecológico

La elaboración de El Coto Crianza Ecológico 2019 se realizó en instalaciones certificadas, de acuerdo con la normativa ecológica europea. Es un vino versátil de color rojo rubí intenso. En nariz aparecen aromas a fruta roja, combinadas con toques balsámicos. En boca presenta una vibrante acidez, con taninos pulidos y agradables. Un vino ideal para maridar con arroces de carne, guisos o una tabla de quesos.

Los sulfitos son una variante del óxido de azufre, principalmente dióxido de azufre (SO₂), que se generan de forma natural en el proceso de fermentación de las levaduras del vino. El SO₂ se usa en muchos de los alimentos que consumimos para evitar que pierdan sus propiedades nutricionales y se conserven en el tiempo.

Todos los vinos contienen sulfitos que se producen de manera natural. Sin embargo, la mayor parte de ellos son añadidos durante el proceso de elaboración del vino. Pero cabe mencionar que existen directrices en los principales países productores de vino que limitan el uso de sulfitos a cantidades mínimas.

Y es que precisamente queremos iniciar este artículo contándote que no tienes de qué preocuparte: las cantidades tan bajas como las que se utilizan en la elaboración del vino son inofensivas.

Añadir sulfitos al vino es una práctica que data de muchos años atrás. En la Edad Media se añadían muchas especias y miel al vino para enmascarar el sabor a vinagre que era provocado por el paso del tiempo. Por su parte, los viticultores de la antigua Roma quemaban en las ánforas que contenían el vino, mechas de velas hechas con azufre.

La combustión de la mecha (dióxido de azufre) impedía que el vino se convirtiera en vinagre. Y es que, como comentamos al inicio, el dióxido de azufre (SO₂) permite la conservación del producto, de lo contrario el vino se convertiría en vinagre. El añadido de SO₂ en la fermentación permite eliminar determinadas bacterias y levaduras, asegurando de esta forma un equilibrio microbiológico.

• Conservante: los sulfitos protegen el vino contra la oxidación al combinarse con el oxígeno.
• Antiséptico y antifúngico: los sulfitos tienen la capacidad de evitar el crecimiento de algunos tipos de hongos. Desinfectan las barricas matando bacterias y mohos.
• Estabilizante y controlador: potencian las mejores levaduras bloqueando todas las demás.
• Disolvente y clarificante: aceleran la descomposición de la fruta para favorecer la liberación de taninos y aromas.

El añadido de sulfitos también evita la pérdida de aromas, para una mejor evolución del producto con el paso del tiempo. Ahora ya sabes qué son los sulfitos y cuál es la función que cumplen en el proceso de elaboración del vino. Pero aún no acabamos, queremos compartir contigo qué pasa con los sulfitos en los vinos ecológicos. ¡Continúa leyendo!

Sin los sulfitos sería casi imposible la conservación del vino. Los vinos ecológicos sí que llevan sulfitos añadidos. Solo los vinos que indican “sin sulfitos añadidos” en su etiqueta llevan únicamente los generados de forma natural. Estos son los llamados “vinos naturales”. En este caso el límite legal es 100-120 mg/l.

¿Conoces nuestro más reciente lanzamiento El Coto Crianza Ecológico 2019? Este vino se hace con uvas acogidas a producción ecológica, empleando métodos de elaboración respetuosos con el medio ambiente y evitando productos químicos de síntesis. ¡Descubre cómo elaboramos este vino en el siguiente enlace!