Aprende de vino

Todos sabemos distinguir los vinos blancos de los vinos tintos, pero a veces no ocurre lo mismo con las uvas. Si alguna vez te has preguntado por qué no puedes ir a la frutería, comprar algunas uvas rojas o verdes y hacer vino… No te preocupes, muchas otras personas también lo han pensado alguna vez. ¡Y pocos se atreven a preguntar!

La diferencia comienza justo en el viñedo y en las vides que se han plantado… Te contamos cuáles son los conceptos básicos que diferencian a las uvas de mesa de las uvas de vino.

Las uvas de vino a menudo se cultivan en las laderas y necesitan estar expuestas al sol en ciertos momentos del día para tener un sabor específico. Aunque, a diferencia de las de mesa, no demandan una temperatura buena. Es más, se recomienda que no estén expuestas a gran incidencia solar en una parte amplia del ciclo.

Crecen en racimos densos y pueden ser de cualquier color. Nunca son cosechadas hasta que estén completamente maduras. O el vino podrá tener sabores amargos. 

Las uvas de mesa se pueden producir en las mismas condiciones que los cultivos regulares, como el trigo o el maíz. En zonas con climas suaves o cálidos, por eso en su mayoría proceden de cultivos mediterráneos. Se cultivan en zonas donde el suelo es extremadamente nutricional y las vides crecen en su máxima capacidad de producción.

Otra diferencia relacionada con su cultivo es la forma de plantar. Las viníferas se injertan en las vides para facilitar la cosecha. Esto también facilita el embalaje y el transporte a la bodega desde el viñedo. 

Aunque las uvas de vino son cultivadas con más frecuencia, las uvas de mesa tienen un rendimiento más alto que ellas. En un solo ciclo de cosecha, un agricultor puede obtener tres veces más cantidad de uvas de mesa en comparación.

Esta diferencia tiene que ver con los métodos usados para cultivar los dos tipos de uva. Los viñedos de uvas de mesa, generalmente, se cultivan con enrejados verticales. Estos ayudan a espaciar las uvas y evitar que se hacinen. 

La mayoría de uvas que se usan para hacer el vino provienen de la especie Vitis Vinifera, una especie nativa del Mediterráneo, incluyendo Europa y Oriente Medio. 

Algunas uvas de mesa también proceden de esta especie, pero otras lo hacen de especies como Vitis Labrusca y Vitis Rotundifolia. Estas no hacen un gran vino, en cambio son deliciosas para comer.

Para producir el mejor vino, cuanto más pequeñas las uvas mejor. El azúcar se condensa y espesa cuando está en una membrana de menor tamaño. Con menos espacio para el agua, las uvas de vino son en su mayoría jugo de fruta y semillas.

El contenido de azúcar de las uvas que se cosechan es de entre el 25 y el 30%. Mientras que en las uvas de mesa solo hay un de un 10 a un 15% de azúcar natural y el resto es agua. Las uvas de vino se estropean más rápido, por eso las bodegas empiezan a fermentar justo al lado de la vid. 

La fermentación del vino es la fase del proceso de elaboración en la que el mosto se convierte en vino.  

Relacionado con esto, podemos diferenciar también que las uvas de vino son mucho más ácidas que las uvas de mesa. La acidez es necesaria para envejecer el vino. La baja acidez de las de mesa no permite que su jugo envejezca y se desarrolle sabor como hacen las de vino. 

El grosor de las pieles de las uvas es también importante a la hora de diferenciar unas uvas de otras. En el caso de las uvas de mesa, su piel es muy fina e inadecuada para la fermentación. Que tengan pieles más delgadas hace que las uvas sean más fáciles y ricas de comer. 

Las uvas de vino tienen pieles más gruesas y pesadas que mejoran durante la fermentación. La piel más gruesa y las semillas con taninos añaden sequedad al vino. Lo que hace que las uvas de vino tengan sabores más concentrados. 

Otra diferencia a tener en cuenta la encontramos en la pulpa. La pulpa de las uvas de mesa suele ser más compacta y firme, pero en las uvas de vino es más jugosa y tierna.

Las uvas pasas son naturalmente dulces y ricas en azúcar y calorías. Sin embargo, también contienen fibra, antioxidantes y minerales importantes como el hierro.

Pueden ser producidas de dos formas: secándose al aire libre en espacios ventilados o aplicando sobre ellas un calor artificial. Para su elaboración, las uvas tienen que ser dulces y tener una acidez baja, sin semillas y de un tamaño no muy grande. Por lo tanto, no puede usarse cualquier tipo de uva para su elaboración. Las tres especies de uvas más usadas para hacer uvas pasas son las de Moscatel, las de Corinto y las Sultanas.

El mundo del vino es muy extenso, variado y rico en matices. Por eso, a la hora de clasificar los vinos, se utilizan características que los definen en conjunto. El país de producción, la zona geográfica, la añada, la variedad de la uva, el proceso de elaboración y el tipo de crianza…

Una de las mayores cualidades del vino español son todas las diferentes variedades que se pueden encontrar, gracias a las numerosas regiones vinícolas, climas y tipos de uvas españolas. 

La legislación europea establece dos niveles de calidad que son comunes para todos los países miembros: Denominación de Origen Protegida (D.O.P.) y vinos con Indicación Geográfica Protegida (I.G.P.). 

Un vino con Denominación de Origen Protegida cuenta con un sello de garantía que asegura al consumidor que se ha producido en su totalidad en una región vinícola determinada. Además, todo el proceso se ha llevado a cabo bajo unos criterios de calidad específicos y regulados oficialmente. 

El Consejo Regulador son los órganos que gestionan cada una de las Denominaciones de Origen. Se encargan de reglamentar, controlar y garantizar la calidad del vino, y también su promoción y defensa.  

Actualmente en España hay más de 90 Denominaciones de Origen Protegidas (D.O.P.) diferentes. Entre ellas, las más conocidas y antiguas: Cariñena, Jerez-Xérès-Sherry y Manzanilla Sanlúcar de Barrameda, La Mancha, Penedès, Ribeiro, Rueda, Toro o Valdepeñas, entre otras.  

Dentro de la D.O.P encontramos otra clasificación que diferencia entre: 

Vino de Pago (V.P.)

Esta categoría, junto a la V.C., se introduce en 2003. V.P. es solo para vinos de una sola finca, en una zona muy determinada y con características específicas de clima y suelo. Estos vinos son únicos y muy diferenciados, y la Denominación de Pago sirve para proteger el nombre y la forma de elaboración. También para mantener y mejorar las cualidades de estos vinos con el paso del tiempo.

Vino de Calidad con Indicación Geográfica (V.C.) 

Se trata de un vino producido y fabricado en una zona geográfica específica con uvas propias. La calidad, reputación y características se deben al entorno geográfico y al factor humano. 

Esta categoría se usa para vinos que no cumplen completamente con los estándares estrictos de la categoría D.O., pero que están por encima de los estándares de la categoría Vino de Tierra (V.T.).

Una de las denominaciones de origen más importantes de España, tanto por su prestigio internacional como por su tradición vinícola de gran influencia y la fama de sus vinos en el mercado español. Además, es la D.O. más antigua del país y una de las dos únicas D.O.Ca. 

El Coto de Rioja llevó a cabo su primera vendimia en 1970 en la D.O.Ca. Rioja y, solo 20 años después, se consolidó como un referente en los vinos de Rioja. Gracias a su prestigio, crece en los mercados de exportación y se hace más fuerte a nivel internacional.

Más de 800 hectáreas de viñedo en propiedad, convierte a El Coto de Rioja en el mayor viticultor de la D.O.Ca Rioja. La Finca de los Almendros, propiedad de El Coto de Rioja, se convierte en 2004 en el mayor viñedo de toda la Denominación de Origen Calificada Rioja. Su Finca Carbonera es el viñedo a mayor altura de Rioja, de las nuevas variedades blancas autorizadas por el Consejo Regulador.

Descubre El Coto de Rioja, la bodega líder de Rioja en vinos blancos, rosados, crianzas y reservas: 

Además de la D.O.Ca. Rioja, en España tenemos otras D.O. muy relevantes. Por ejemplo:

• Denominación de Origen Calificada Priorat. Junto con la D.O.Ca Rioja, son las únicas Denominación de Origen Calificada de España. Son vinos elaborados en la provincia de Tarragona. La D.O.Ca Priorat se constituye en el gran anfiteatro montañoso que se expande a los pies de la sierra de Montsant. La dureza de la tierra, la adaptación de las variedades y el sistema de producción y elaboración, son las características que hacen de Priorat un sello de calidad.  
• Denominación de Origen Ribera del Duero. Otra de las más importantes del país, sobre todo en los que se refiere a vinos tintos jóvenes. Engloba los vinos de calidad elaborados en Burgos, Valladolid, Segovia y Soria. En D.O. Ribera del Duero la Tempranillo es la varietal característica, pero hay otras cinco variedades de uva aceptadas por el Consejo Regulador: Cabernet Sauvignon, Malbec, Merlot, Garnacha Tinta y Albillo Mayor.  
• Denominación de Origen Rueda. Vinos elaborados en la Comunidad de Castilla y León, entre Valladolid, Segovia y Ávila. La D.O. Rueda está definida por tres características principales: uva Verdejo, variedad autóctona, el clima continental y los suelos cascajosos con piedras menudas. Además, la Sauvignon Blanc, Viura y Palomino son otras de sus variedades blancas.  
• Denominación de Origen Rías Baixas. De las denominaciones de origen más relevantes de Galicia, donde se produce uno de los vinos con más prestigio de España: el vino albariño. Los elementos clave son el clima atlántico y las precipitaciones y temperaturas poco variables a lo largo del año. La D.O. Rías Baixas tiene cinco subzonas vinícolas que comparten condiciones específicas que los caracterizan. Pero también presentan diferencias. Las variedades de uva blanca admitidas en D.O. Rías Baixas son: albariño, loureira, godello, treixadura, torrontés y caíño blanco. Las de uva tinta son: caíño tinto, loureiro tinto, espadeiro, pedral, castañal… 

Los sedimentos del vino, también conocidos como “diamantes del vino” o “cristales de vino”, son restos naturales del proceso de elaboración. Aunque pueda parecer desagradable, es completamente natural y se compone principalmente de materia orgánica, como pieles de uva y semillas. Sin embargo, hay un ingrediente más con el que puede que no estés tan familiarizado: los tartratos.

Los tartratos son piezas en forma de cristal. Se parecen a los diamantes color burdeos cuando están presentes en el vino tinto y a los diamantes transparentes en los vinos blancos. Son el resultado de la unión del ácido tartárico con el potasio, que son los dos ingredientes naturales en la vinificación.

¿Qué son las lías del vino?

Los sedimentos del vino también están formados por levadura muerta, conocida como lía en el mundo viticultura. Las lías se forman cuando las células de levadura muertas se quedan en el vino después del proceso de fermentación. Son inofensivas y, de hecho, dan más cuerpo al vino.

Por otro lado, su presencia puede aportar mayor complejidad aromática y mejorar la textura del vino, especialmente en los que han pasado por crianza sobre lías. Y es que el proceso intensifica sus cualidades organolépticas.

Durante el proceso de fermentación, el potasio y el ácido tartárico se unen, y las células de levadura se transforman en azúcares de uva naturales, en alcohol. Cuando se realiza la fermentación, los tartratos y las lías todavía están presentes en el vino. Para eliminarlos, los enólogos idearon la estabilización en frío.

La estabilización en frío

La estabilización en frío es el proceso por el que se enfría el vino a 0 °C durante un período prolongado (alrededor de tres semanas). Esto hace que los trozos sobrantes se formen en cristales grandes, que se pueden recoger fácilmente y quitar. Una curiosidad es que estos cristales se usan y se venden como crema de ácido tartárico, un ingrediente popular para hornear.

Aunque puedes pensar que los sedimentos y los cristales de vino son algo negativo, muchos enólogos deciden dejarlos en sus vinos. Ya que los cristales de vino no afectan al sabor, los sommeliers y los viticultores a menudo los ven como un signo de calidad y prueba de que el vino no ha sido sobreprocesado.

El sedimento del vino es algo que afecta más al vino tinto que al vino blanco, pero se ve en ambos.

Beber los sedimentos del vino puede no parecer seguro, pero sí lo es. No tienen un sabor específico, más bien solo textura. Debido a que el sedimento está hecho de ingredientes naturales, no deberías tener miedo de ellos.

Aunque entendemos que tener la boca llena de una materia arenosa, cuando solo estás tratando de disfrutar de una copa de vino no es lo ideal, podemos evitar sorpresas si abres una botella en casa.

Decantar el vino para evitar los sedimentos

La decantación es la mejor manera de eliminar los sedimentos del vino. Todos los amantes del vino deberían tener un buen decantador. Fueron inventados para ayudar a los bebedores de vino a esquivar los sedimentos. No solo eso, sino que ayudan a que el vino llegue a una buena temperatura, dejan que respire y se vea elegante en la mesa.

Para decantar con éxito, deja la botella en pie durante uno o dos días antes de servirla. Esto debería hacer que todos los sedimentos se acumulen en el fondo. Cuando esté listo para servir, verter con cuidado el vino, vigilando de cerca el sedimento. Si este se mueve hacia el cuello de la botella, deja de verter.

Si necesitas más información sobre para qué se decanta un vino, los diferentes tipos y su uso y cuidado, echa un ojo al siguiente artículo.

Otra forma de evitar los cristales del vino es optar por vinos tintos de alta calidad. Los vinos tintos no necesitan ser refrigerados para una calidad óptima. Por ello, es menos probable que pasen por la estabilización en frío y formen cristales de vino. Aunque podría seguir habiendo otras formas de sedimento, como las lías y partículas de uva.

El vino tinto obtiene su color y sabor tánico gracias a los taninos naturales que se encuentran en la piel de la uva. Cuando los vinos tintos se fermentan, maduran y embotellan, es probable que tengan más partículas de uva suspendidas en él.

La relación entre los sedimentos y el envejecimiento del vino

Los vinos también forman más sedimentos a medida que envejecen. Durante este proceso, las moléculas se combinan para formar polímeros de taninos, que caen al fondo de la botella, creando cada vez más sedimentos.

Ahora que ya conoces más sobre el sedimento del vino, la próxima vez que lo sientas en el fondo de tu copa, ¡no te asustes! Recuerda, es inofensivo y los enólogos lo consideran un signo de calidad. 

La cata de vinos es famosa por tener una terminología bastante peculiar. Los expertos en vino, los sommeliers, los críticos y los escritores de vino, usan un lenguaje descriptivo para comunicar lo que hace que una botella de vino sea única. Y algunos de estos términos son peculiares y muy curiosos. 

Si eres una persona que está comenzando en el mundo del vino, al principio, la mayoría de los vinos te sabrán… a vino. Cuando comiences a probar diferentes varietales y comparas sus aromas y sabores empezarás a comprender los matices de cada tipo. Si necesitas ayuda para saber cómo catar un vino, tenemos una serie de clases en YouTube que lo explican de forma rápida y sencilla. ¡Aquí te dejamos el primero! 

Cada vino tiene una variedad de aromas primarios que provienen de las uvas (afrutados, florales, herbáceos, terrosos o especiados), aromas secundarios (como notas de nuez o mantequilla) que provienen del proceso de elaboración del vino, y aromas terciarios (como vainilla o cacao) que provienen del envejecimiento en barrica o botella.  

A veces, a los expertos les gusta ser creativos con la forma en que describen las notas de cata. Algunas descripciones tienen la intención de transmitir la esencia del vino o el sentimiento de una copa de vino. Por ejemplo, un crítico de vinos puede referirse a algunos de ellos como “intelectualmente satisfactorios”. Por otro lado, otras definiciones de vino reflejan su aroma, como el ya nombrado “Pis de gato”. 

 Los sommeliers de hoy en día suelen ser mucho más directos y realistas, conscientes del hecho de que el lado más esotérico y poético de una cata de vinos no es conocido por todos. Pero no es raro que, en algunas degustaciones, restaurantes o incluso bebiendo una copa de vino con amigos, puedas escuchar ciertas descripciones sorprendentes. 

Sigue leyendo y sabrás si estas son algunas de las descripciones de vino más raras que jamás hayas oído. ¡Estamos seguros de que algunas llamarán tu atención! 

• Vino mineral. Es un término que cada vez se utiliza más en las notas de cata y en la etiqueta de las botellas de vino. Los vinos que se describen como minerales también son definidos generalmente como elegantes, magros, puros y ácidos. Tienen un sabor a piedras mojadas y una textura calcárea. Hay quienes dicen que solo se aplica a los vinos blancos, pero también se da en los tintos. 
• Vino elegante.  Es ese vino que sugiere una gran variedad de sensaciones y emociones tanto en la nariz como en la boca, en un equilibrio perfecto. Aromas y sabores complejos a frutas, madera y añejo, pero en una armonía perfecta. Como ejemplo de un vino elegante podemos nombrar a Coto de Imaz Gran Reserva, descrito por nuestros enólogos como “un vino maduro y elegante con una riqueza aromática cambiante y sutil”. 
• Pis de gato. Uno de los términos que más llaman la atención, y no precisamente por resultar atractivos a nuestros paladares. Al contrario de lo que puede parecer, hay expertos que consideran este una representación de un vino de muy alta gama. La molécula 4-metoxi-2-metil-2-mercaptano butano es la responsable de este aroma ácido, funky y picante, pero con un umbral de percepción muy bajo.
• Perro mojado. En diferentes momentos de la vinificación puede surgir un defecto organoléptico que anula los aromas frutales y varietales del vino. Es un término generalmente no positivo para referirse a un aroma que se ha producido tras una larga conservación en botella del vino.

• Humo. Los vinos jóvenes elaborados con la uva syrah, que se cultiva en todo el mundo y se usa para el vino tinto, tiene un regusto a ahumado. Esto se debe a los compuestos de azufre que residen en el vino. No es un problema si el aroma no es muy intenso. 
• Quitaesmalte. Las uvas se componen de algunos ácidos de forma natural, mientras que otros ácidos se crean a través del proceso de elaboración del vino. En la mayoría de los casos son ácidos buenos, pero si se desequilibra puede causar problemas en la bebida. El olor a quitaesmalte en el vino se debe al acetato de etilo, que es lo que le da al vino su frutosidad percibida. Pero cantidades excesivas dan lugar a aromas picantes que si se combinan con demasiado oxígeno proporcionan un olor avinagrado.

• Vino carnoso. La carnosidad del vino es una característica de los vinos que presentan una densidad y un cuerpo mayor en la boca. Podríamos decir que tiene que ver más con el tacto que con el gusto. Las condiciones geográficas o las variedades usadas en la elaboración de los vinos pueden contribuir a esta carnosidad.
• Vino aterciopelado. Se usa para adjetivar la textura de un vino, hablando de aquellos que son suaves y no dejan áspera la boca, aunque, al mismo tiempo, son densos, especialmente en los tintos. Coto de Imaz Reserva es un ejemplo de vino con carácter aterciopelado, pero también de vino carnoso, con taninos maduros y notas a cacao fino.
• Tierra mojada. Encontramos este aroma, también conocido como suelo del bosque, en vinos tintos maduros y con cuerpo. Es común en variedades de uva merlot y cabernet sauvignon. Podríamos describirlo como a plantas y hojas caídas al suelo húmedo del bosque, combinadas con setas y tierra. 
• Vino amplio. Se trata de ese vino que es intenso en la nariz y en la boca, con larga intensidad y una calidad superior a la normal. Es decir, estimulan las papilas gustativas en varias zonas a la vez. A los expertos le recuerda al cuero y a la piel mojada. Este aroma aparece comúnmente en la etapa de crianza en botella.

• Vino de botrytis. La botrytis cinerea, más conocida como moho gris, es un hongo que afecta positivamente a la vid. Una capa grisácea de moho cubre frutas y verduras cuando el hongo se instala en ellas. Pero bajo unas circunstancias concretas, como vivir en mañanas húmedas y tardes secas y soleadas sobre uvas blancas, da lugar a un sabor característico que gusta tanto al viticultor como a los amantes del vino. Un sabor que nos recuerda al dulce membrillo y a las frutas cítricas secas.
• Vino con brett. La levadura brettanomyces fue descubierta por primera vez en la cerveza en 1903 y en la fermentación de mostos en 1921. Fue 20 años más tarde, cuando ganó relevancia en el mundo del vino. Se encuentra comúnmente en las bodegas y puede causar un deterioro significativo en los vinos por la producción de compuestos fenólicos volátiles. El sabor del vino con brett tiene un toque a fruta disminuido y un regusto seco y metálico. El brett puede oler diferente dependiendo del vino por las proporciones de la levadura en los mismos. 

La añada de un vino hace referencia al año en que se cosecharon y fueron recolectadas las uvas. Encontrar la vendimia de una botella es sencillo: busca el año impreso en la parte delantera de la botella.  Esta información puede encontrarse también en la contraetiqueta, en el cuello de la botella de vino o en su corcho. El número indica cuándo las uvas maduraron, fueron arrancadas y se convirtieron en el vino que puedes estar degustando.

Los Consejos Reguladores Vinícolas son los encargados de calificar y clasificar las añadas de un vino. Puede ser excelente, muy buena, buena o regular, y dependerá de las condiciones climatológicas a lo largo del año de la zona vitivinícola.

Esta clasificación se hace tomando como referencia añadas de vinos anteriores de la misma bodega y comparándolos con los vinos jóvenes o recién trabajados. El resultado de este análisis organoléptico se muestra en una tabla de clasificación para comparar y estimar.

Hay varias razones para entender las cosechas y por qué es importante la añada de un vino:

• Marca la calidad de un vino. Entender las añadas te permite saber la calidad de una botella de vino incluso antes de probarla. Esto se debe a que los sabores, texturas y aromas de un vino están fundamentalmente moldeados por el clima y las condiciones meteorológicas a las que fueron sometidas las uvas durante su crecimiento. Puesto que la cosecha te dice en qué año crecieron esas uvas, tienes una distinción precisa entre los años de cultivo buenos, con vinos equilibrados, y los años malos por culpa del mal tiempo.
• Proporciona sugerencias de sabor y aroma.
• Marca la mezcla de variedades de uva en el interior. El contenido de la botella debe provenir del 75-95% del mismo cultivo de uva. Es decir, tres cuartas partes de una botella son de uvas cultivadas al mismo tiempo. Pueden ser variedades de uva diferentes mezcladas y combinadas, siempre y cuando todas se cultiven y cosechen en el mismo año.

El vino es el resultado de la zona y el clima que cambia año tras año, lo que quiere decir que nunca hay dos añadas iguales. Por eso, a la hora de elegir qué vino comprar, esto nos servirá para saber cuál tiene mayor calidad y escoger las mejores cosechas donde hay cambios climatológicos significativos, sobre todo en Europa.

• En el hemisferio norte (América del Norte y Europa) la temporada de cultivo de uvas es de abril a octubre.
• En el hemisferio sur, la temporada de crecimiento es de octubre a abril.

Varias variables determinan si una cosecha es “buena”. Sin embargo, es necesario decir que el buen vino a menudo es subjetivo. Depende de las preferencias de sabor, aroma y acidez del catador, de la calidad objetiva de las uvas cosechadas y de las técnicas de vinificación del enólogo.

Tus preferencias pueden o no coincidir con lo que los expertos anuncian como una gran cosecha, pero saber qué criterios principales utilizan los sommeliers y los amantes del vino puede ayudarte a profundizar tus conocimientos y proceso de selección del vino.

• Condiciones de la temporada de crecimiento
• Luz del sol
• Temperatura

El vino peleón es un término de origen español. Se utiliza para referirse a vinos corrientes o de baja calidad, normalmente jóvenes y de precio bajo. Estos vinos se caracterizan por su sabor desequilibrado, carente de matices y con un alto contenido alcohólico.

Es importante destacar que el calificativo de vino peleón se refiere a las características organolépticas del vino, no a su añada o su precio. Dentro de la categoría de vinos jóvenes, con un precio económico, también podemos encontrar vinos excelentes.

¿Cuáles son las razones por las que uno de estos vinos puede convertirse en un vino peleón? Uno de los motivos más comunes es el uso de uvas de mala calidad o que se han manipulado de forma inadecuada. No obstante, el vino peleón también puede ser el resultado del uso de técnicas de cultivo incorrectas o métodos de elaboración agresivos.

Si has probado en alguna ocasión un vino peleón, seguramente al día siguiente te hayas despertado con resaca o dolor de cabeza. Estos síntomas son el resultado de la alta concentración alcohólica, otra de las características que define a los vinos peleones. Estos también son conocidos como vinos sucios o cabezones.

En el vino peleón también es frecuente encontrar un nivel de aditivos mucho mayor que la de otros vinos, utilizados para camuflar defectos en el propio vino. El uso de estos aditivos es legal según la legislación europea vigente. Además, también es responsable del dolor de cabeza típico que provoca el vino peleón.

Si quieres evitar la desagradable sensación de resaca que aparece después de tomar un vino peleón,  aprende a distinguirlos antes de sufrir estas consecuencias. Aquí tienes algunas recomendaciones básicas para poder reconocerlos a la hora de la cata.

Desde el punto de vista olfativo, el vino peleón se caracteriza por un olor ácido e intenso, que recuerda al olor a fruta podrida. Debido a su alto contenido alcohólico, en estos vinos no encontraremos las ricas notas aromáticas que hacen tan exquisita a esta bebida. Los vinos más fuertes incluso pueden provocar picor o irritación en la nariz.

Una vez en boca, el vino peleón es fácilmente reconocible por su sabor ácido, con un ligero regusto a fruta podrida. El exceso de alcohol también aporta a estos vinos un amargor muy característico. Además, suelen dejar una desagradable sensación de quemazón en la garganta.

Si bien los vinos peleones distan mucho de alcanzar los estándares para satisfacer a cualquier amante del vino, es importante no confundirlo con el vino picado. En este segundo caso, hablamos de un vino defectuoso. Un vino picado es el resultado de un proceso de elaboración o un embotellado inadecuado, que provocan la oxidación del vino. Este proceso transforma el alcohol en ácido acético y acetato de etilo, responsables de su característico sabor a vinagre.

El vino picado, por lo tanto, es un vino no apto para el consumo, mientras que cuando hablamos de vino peleón nos referimos a un vino de mala calidad. Sin embargo, en ambos casos, lo más recomendable es desechar la botella. Además de tener mal sabor, el vino peleón siempre acarrea consecuencias indeseables el día después.

El nombre común de la especie es Phylloxera vastatrix. Es un insecto parásito que se puede encontrar en las formas “alada y sexuada”, “gallícola” y “radicícola”. Cuando se habla de gallícola, quiere decir que el insecto vive en las hojas. Sin embargo, si se utiliza el término radicícola, se refiere a que vive en las raíces de la vid.

Cuando el parásito se aloja en las raíces de la planta, este se alimenta de las sustancias contenidas en la raíz mediante sus picaduras. Esto provoca heridas en la planta que posteriormente son invadidas por hongos y bacterias. Así se genera el colapso del sistema radicular de la planta. Finalmente, esto desencadena en la descomposición o podredumbre de la raíz, y por ende en la muerte de la vid.

El parásito se multiplica muy rápidamente y puede propagarse a través del aire y el suelo. También utiliza las herramientas que usan los viticultores como vehículo para propagarse de un punto a otro. En Europa predomina su forma radicícola, la sexual puede aparecer; sin embargo, no es muy común y la gallícola no suele reproducirse del todo.

Estos parásitos pueden alcanzar un tamaño de entre 1 y 1,25 mm de longitud. En el año 1868 estuvo muy cerca de acabar con la producción de vino en Europa, un tema que desarrollamos en el siguiente punto. ¡Continúa leyendo y no te pierdas esta curiosa historia!

La filoxera llega a Europa a mediados del siglo XIX por tres puntos comerciales: Bourdeaux, Oporto y Málaga. Su entrada supuso una crisis bastante grave para el sector vinícola europeo. La plaga se registra por primera vez en España en 1878, propiamente en Málaga, y una vez dentro se expandió rápidamente por toda la península.

¿Qué ocasionó esto? Provocó que gran parte de los productores de vino españoles perdieran prácticamente la totalidad de sus vides. Sin embargo, una particularidad de su forma radicícola es que no puede desarrollarse en suelos arenosos, ya que estos les impiden crear los túneles necesarios para poder acceder a las raíces. Gracias a ello, varias plantaciones se salvaron y por ende también algunas variedades de uva.

Con el paso de los años, los cuales involucraron una lucha constante contra la plaga, llegó la solución. Fue precisamente en Estados Unidos, país originario de la filoxera donde se logró dar con una cura que pondría fin a esta amenaza. Se hizo mediante un injerto de la vid europea sobre una vid americana que era resistente a la filoxera.

De esta forma, las vides americanas se convirtieron en la base para injertar las variedades europeas; una técnica que aún se sigue utilizando. Actualmente, se implementan acciones directas con tratamientos en los meses de invierno y primavera, a modo de prevención, pero es una plaga controlada.

La tecnología avanza y genera otro tipo de alternativas para combatir esta plaga; un ejemplo de ello es el tratamiento con sulfuro de carbono o sufocarbonato de potasio. Sin embargo, aunque se considera muy eficaz es bastante caro. Otra de las medidas que se han adoptado es el cultivo de plantaciones sobre terrenos arenosos donde los insectos no pueden atacar la planta.

La producción ecológica es una forma de elaborar alimentos teniendo en cuenta la preservación del medioambiente, los recursos naturales y el bienestar animal. Además, deben obtenerse a través de procesos y sustancias naturales.

Según el Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente la producción ecológica es aquella que no usa productos químicos de síntesis (abonos o plaguicidas) en toda la  producción. De modo que, la viticultura ecológica debe ceñirse a estos procesos, aunque hay más matices que debe cumplir y que están regulados por normativas nacionales y europeas.

Así, Europa ha actualizado recientemente (en enero de 2022) el reglamento que rige la agricultura ecológica ((UE) 2018/848). De esta forma, cualquier vino que quiera etiquetarse como “vino ecológico” debe cumplir esta normativa y las que marque un organismo de certificación ecológico reconocido. Si este organismo lo aprueba, el producto podrá llevar el logotipo ecológico de la UE o etiquetar el vino como ecológico.

El logotipo ecológico europeo del vino, conocido como “eurohoja”, existe desde marzo de 2010. Te indicará que el vino cumple con las normas ecológicas de la UE. Es obligatorio y aparece junto a un número de código de la autoridad de control.

El vino ecológico comienza con el cultivo de la uva. Los viticultores de este tipo de vino no pueden usar fertilizantes, pesticidas o herbicidas químicos en el tratamiento de la vid y su cultivo. Solo podrán usar productos naturales.

En el proceso de elaboración del vino ecológico, la normativa europea permite la adición de sulfitos. En cambio, en Estados Unidos la normativa es mucho más restrictiva y no lo acepta. Los sulfitos ayudan a que el vino se conserve más tiempo, pero la UE establece unas cantidades máximas:

• El vino tinto ecológico puede contener como máximo 100 mg por litro de sulfitos.
• El vino blanco o rosado puede contener como máximo 150 mg/l.

Por otro lado, cuando se usa la técnica de clarificación, los clarificantes deben estar certificados como ecológicos. Este proceso consiste en añadir al vino una sustancia que arrastra hasta el fondo aquellos elementos que se han quedado en suspensión, los clarificantes.

Principales características que debe cumplir la elaboración del vino ecológico:

• Uso de uvas procedentes de un cultivo ecológico.
• Usar técnicas y procesos de elaboración respetuosas con el medio ambiente.
• Empleo de aditivos de origen ecológico o natural.

El Coto Crianza Ecológico es el último vino que hemos lanzado al mercado. Nuestro objetivo con este vino es simple: ofrecer a los consumidores más concienciados con el cuidado del medio ambiente un buen vino crianza que respete sus principios.

Este vino tiene dos peculiaridades que lo diferencian de cualquier otro de la categoría.  Por un lado, decir que es un vino ecológico crianza. La mayoría de los vinos ecológicos que hay hoy en el mercado son vinos jóvenes. Por otro lado, destacar que su empaquetado también es sostenible. Todos los materiales que se utilizan para confeccionar las botellas y las etiquetas se han seleccionado también con criterios de sostenibilidad.

El Coto Crianza Ecológico 2019 se ha elaborado en instalaciones certificadas, de acuerdo con la normativa ecológica europea. Desde El Coto de Rioja llevamos años desarrollando iniciativas para reducir el impacto ambiental y muy pronto sumaremos más. ¡Te lo iremos contando!